martes, 25 de marzo de 2014

¿Te Suscribirías a un Libro?

En su incesante lucha por la adaptación y la supervivencia, la industria editorial parece haber encontrado un resquicio por donde colarse y mejorar ingresos con la venta sus productos. Nos lo cuenta Wired en un artículo publicado el 11 de marzo pasado. Y hablamos de libros electrónicos, claro. De los otros, pues ya veremos.... (al respecto os recomendamos la entrada To e-read or not to e-read; that's the question).

Atrapados en una espiral de caída de precios y con cada vez menor interés de la clientela, los editores han combinado dos características de este mercado: 1) la distribución, que es muy sencilla y prácticamente gratis, con 2) el menor tiempo que estamos dispuestos a dedicar a la lectura. En base a ello Plympton, una start up dedicada a la literatura de ficción on line, ha lanzado su servicio Rooster, que básicamente consiste en una susbscripción mensual de 5 dólares mediante la cual los clientes reciben diariamente en su e-book "trozos" de libros de lectura rápida, que tardan sobre los quince minutos en leerse. Vamos, que en vez de un libro lo que vamos a tener es una novela por entregas. El servicio enviará dos libros cada mes.

Wired dice que esto ya no son libros, sino que se trata de revistas, de esas que compramos o leemos online cada semana y que están especializadas en algún tema que nos gusta, pero que si por ello la gente está dispuesta a pagar, pues nada, que a probar. Y parece que sí lo está, pues este servicio es una ampliación de otro ya testado que consistía en enviar por email un capítulo cada vez. Dada la aceptación, se prescinde del email y se envía el "cachito" directamente a través de una app.

Las ventajas son muy grandes: el feedback del editor es inmediato, y ello le permitirá conocer y ofrecer a cada lector, de forma individualizada, los libros que más se ajusten a sus preferencias. De hecho, está previsto que la oferta se divida en canales, con lo que los lectores solo tendremos que elegir el canal y recibiremos los libros por entregas.

No obstante, quedan algunos e importantes interrogantes por despejar: ¿estará la gente dispuesta a vincularse a los libros en la misma medida que se vincula a las revistas que le gustan? Más aún, ¿esteramos dispuestos a añadir una suscripción más, un pago más, a tantos otros que ya tenemos que hacer mensualmente, como móvil, Internet, TV por cable, juegos online, almacenamiento en la nube, etc.? Y, finalmente, ¿tendremos tiempo de consumir toda la información que pagamos?

Yo creo que sí que es una buena idea; ¿qué otra cosa hacemos, sino leer por entregas cuando nos sentamos a leer un libro? Y a 4 o 5 dólares el mes, ¿no será menor la cantidad anual pagada en libros, sobre 50 ó 60 dólares, que la que destinamos actualmente a la compra de libros electrónicos, a entre 8 y 12 dólares la unidad? ¿Y no es una gran ventaja recibir los nuevos lanzamientos de los temas que nos interesan sin tener que entrar a la web a buscar qué hay de nuevo?

Me parece una buena idea. Pero por encima de todo es una idea. Y esto sí que es una gran noticia, porque es imaginación e innovación lo que necesitamos para sobrevivir y adaptarnos a este tremendo tsunami que se está llevando por delante nuestro viejo mundo, aquel de "Buenos días, ¿tiene Vd. algún libro que esté bien?".

Enlaces Relacionados:
Wired: The Future of Books Looks a Lot Like Netflix
Rooster


martes, 18 de marzo de 2014

¿Tú que eres? ¿Desconfiado o Inteligente?

Porque la gente inteligente tiende a ser más confiada que los demás. Lo dicen los profesores del Departamento de Sociología de la Universidad de Oxford Noah Carl y Francesco Billari en su trabajo "Generalized Trust and Intelligence in the United States", publicado en Plos One, una revista online de divulgación científica. Yo añadiría "... a menos que trabajes en un banco", pero bueno....

Los profesores se refieren a la "confianza generalizada", la que experimentamos con desconocidos. La otra, la "confianza cercana", esa que otorgamos a amigos y familiares, es ligeramente distinta; vamos, que aquí nos conocemos todos.

Nos recuerdan que ya está contrastado que la gente que tiende a ser más confiada suele sentirse más feliz y disfrutar de un mayor nivel de salud física, supongo que porque se sufre menos estrés. Lo que aporta este estudio es una nueva correlación entre Inteligencia y Confianza. Y para ello, la pregunta que hacen (y que todos nos vamos a hacer) es: "En general ¿diría Usted que la mayoría de la gente es digna de confianza o al contrario piensa que nunca se es demasiado cuidadoso tratando con desconocidos?" La correlación entre la primera opción y el Coeficiente de Inteligencia ha resultado ser significativa y muy superior a otros criterios sociológicos, como estatus social, estudios o nivel de renta.

Al parecer, ello se debe a que la gente inteligente es mejor a la hora de juzgar caracteres sin disponer de muchos datos, mientras que la menos inteligente no se siente segura de su criterio y, como medida de precaución, opta por desconfiar del desconocido, al menos hasta que lo conozca un poco más. Es, ademas, una consecuencia de la selección natural; dado que somos una especie social, lo lógico es que se requiera un cierto nivel de confianza para estar unidos, pues la desconfianza supondría la base de la separación y, con ella, la pérdida de la protección del grupo.

Si echo un vistazo a mi entorno (en un sentido amplio y generalizado) y sabiendo que toda generalización tiene sus excepciones, diría que algo de razón sí tiene este estudio. Y pensando un poco más, también diría que la gente que considero inteligente suele tener menos miedo porque es más analítica y, por tanto, también tiene menos prejuicios. También me ha sorprendido (aunque no mucho, francamente) el hecho de que el nivel de estudios, es decir la educación, tenga menor correlación con la confianza, aunque ya me voy acostumbrando a que un mayor nivel de estudios no significa necesariamente mayor inteligencia ni más amplia tolerancia. De hecho, he conocido gente con estudios universitarios que aseguran que "Titanic" es la mejor película que han visto nunca. En serio.

Una última cosa para aquellos que os estáis relamiendo: hemos dicho que la inteligencia suele ir acompañada de una mayor tendencia a confiar, pero no lo he dicho al revés, ¿eh? Es decir, la confianza no es, ni de coña, un síntoma de inteligencia. Pues eso:

"En general ¿diría Usted que la mayoría de la gente es digna de confianza o al contrario piensa que nunca se es demasiado cuidadoso tratando con desconocidos?"

Enlaces relacionados:
"Generalized Trust and Intelligence in the United States", Carl & Billari, en Plos One

sábado, 15 de marzo de 2014

¡Nuevo nombre y nuevo diseño del Blog!

¡He actualizado el nombre y el diseño del Blog! Y, de alguna manera, también su filosofía.



Si recordáis, escribo este blog para reflexionar sobre los cambios que tienen lugar en nuestra época. Tras un año de observar, analizar y compartir, estoy más perdido que cuando empecé, lo que demuestra la completa inutilidad del invento. Pero sí que he sacado algunas conclusiones, ciertamente algo enclenques, pero por lo menos me ayudan a clasificar lo que veo. A ver como os lo cuento:

1) Conexión: Las redes sociales y los smartphones han “tumbado” Internet. Una red que hasta entonces era vertical, que funcionaba con los de “abajo” recibiendo información de los de  “arriba”, es utilizada ahora por los de “abajo” para seleccionar esa información y compartirla en “horizontal”. Como el número de usuarios se ha disparado hasta casi el infinito (2.400 mill. estimados en 2013), los de “arriba” han perdido el control de la información, de tal manera que lo más conocido y comentado es lo que la masa elegimos y compartimos. Es como un proceso de Selección Social; cada vez que compartes, estás eligiendo quién vive y quién muere. En este sentido, podemos decir que los de “abajo” somos los dueños de la información. NOTA: Buen momento para releer “La Rebelión de las Masas”

2) Emoción: esta conexión ha facilitado una explosión emocional sin parangón desde el Romanticismo. Una red que fue inventada para transmitir conocimiento se ha visto copada por la transmisión de emociones. Quiero decir, ¿qué es lo que compartimos? Pues lo que nos gusta. Punto. Imagen de amanecer sobre el mar. Letras de colorines: “Comparte si te gusta la vida”. 200.000 shares. No juzguéis; es lo que hay. Y aquí viene la otra, la neurociencia. Porque resulta que hay por ahí miles de malignos científicos que dedican su tiempo a estudiar nuestro cerebro, a saber porqué nos gustan unos cosas y otras no, a conocer porqué nos comportamos como nos comportamos. Vamos que saben más de ti que tu novia, tu madre y tu suegra juntas. ¿Sientes el miedo? Pues deberías.

3) Comportamiento: ¿Y esto nos influye en algo? ¡Nos ha jodido! Ya no jugamos como antes. Ya no ligamos como antes. Ya no nos comunicamos como antes. Ya no protestamos como antes. Ya no trabajamos como antes. Ya no compramos como antes. De hecho, lo único que hacemos como antes es nacer, morir y hacer a los ricos más ricos. Y los malos lo saben, y evolucionan para poder seguir siendo los malos. Porque el Doctor No, Moriarti, Satanás y el Gran Hermano siguen ahí. Llevan nombres falsos, pero siguen ahí; se adaptan. Quieren seguir teniendo el poder, llevar las amarras, controlar el cotarro, vamos. Pero el entorno no para de cambiar, todo es muy confuso y no saben muy bien qué funciona y qué no. Están haciendo pruebas, y va a haber tiros, muchos tiros.

Lo dicho. Más perdido que antes de empezar el blog. Pero sigo adelante; prometo estar atento a todo lo que lea, a desconfiar de ello, a pensar sobre lo que pretende y a intentar comprenderlo y encajarlo en este fascinante proceso de cambio que estamos viviendo. Y todo ello desde el interior de un nuevo y gigantesco animal compuesto por más de 6.000 millones de cerebros conectados, que solo necesitan un smartphone para compartir lo que sienten y lo que saben, una enorme masa que cubre todo el planeta y que de momento, aunque parezca que se mueve, solo vibra. Ni siquiera se ha puesto en pie.

sábado, 8 de marzo de 2014

Tetris contra tus Adicciones

Como suena: jugar tres minutos al Tetris puede reducir los antojos de comida, cigarrilos o alcohol. Así lo dice el psicólogo Jeremy Dean en su famosa website PsyBlog, un site dedicado a divulgar la investigación científica sobre el funcionamiento del cerebro. Con más de 69.000 suscripciones y 700.000 visitas únicas cada mes tiene que ser alguien en el mundo de la neurociencia.

El Sr. Dean cita un estudio publicado en la revista Appetite, según el cual los antojos son episodios que suelen durar unos minutos, tiempo durante el cual el individuo visualiza los objetos que le apetecen y la recompensa que obtiene por su consumo. Estos episodios suelen terminar con rendición y consumo de los productos a los que nos resistimos. Pero jugar al Tetris en pequeños intervalos evita que el cerebro visualice esas imágines con el resultado de que, finalmente, el antojo se desvanece. Destaco que hay que resistirse ¿eh?, que os veo venir.

Las conclusiones se obtienen de un experimento realizado con 119 personas. Previamente, se les midió la frecuencia e intensidad de los antojos y se comprobó que aquellos que jugaron al Tetris vieron reducida la frecuencia de los mismos en un 24%, y que la intensidad con que los sufrían era mucho menor . La teoría que subyace en este experimento propone que la "visualización" de los objetos que se desean en muy importante en la aparición de los antojos, con lo que, si se consigue llenar la memoria visual con otras tareas, la fuerza y la frecuencia de los antojos se reducen porque, sencillamente, nuestra capacidad visual es limitada. Así de fácil.

¿Por qué el Tetris? Al parecer una fuerza importante para ocupar nuestra capacidad visual es sentir que estamos controlando perfectamente lo que hacemos, y esto ocurre en el Tetris  más intensa y continuamente que en el resto de videojuegos que se probaron.

Termino preguntándome si los avances que se producen en el conocimiento del cerebro, prácticamente a diario, y que apuntan a una mejora de la auto-gestión emocional, no acabarán creando un mundo cada vez más frío y racional y, si así fuera, si ese sería un mundo mejor o peor que el luminoso, colorido y supersensible mundo de las emociones en el que ahora vivimos.

Enlaces recomendados:
PsyBlog
Revista Appetite (comprar)