viernes, 25 de octubre de 2013

¿Se puede medir la Globalización?

Pues parece que sí. O al menos en ello trabajan en el Real Instituto El Cano donde, desde 2010, han estado elaborando el que llaman Índice Elcano de Presencia Global (IEPG).  Dicho índice mediría la evolución de la proyección exterior de una serie de países y áreas, con el objetivo de 1) conceptualizar la dicha globalización y 2) medir la capacidad de los países para incorporarse a este proceso, a partir de su posicionamiento en diversos ámbitos a nivel internacional. Está claro, ¿no?

El IEPG determinaría este posicionamiento a través de la medición del país en tres presencias críticas, a saber: la militar (tropas desplegadas fuera de las fronteras), la económica (exportaciones e inversiones en el extranjero) y la llamada presencia blanda (relacionada con movimientos humanos -migraciones, turismo- y de cultura e información -internet, cine, exitos deportivos, etc.-).

Y todo este trabajo, ¿con qué objetivo? Pues parece que el IEPG es extremadamente útil para analizar la política exterior de cada país o zona, sus objetivos y fundamentos, así como para medir la evolución de las tendencias globales, los ascensos y los descensos de la influencia de dichos países sobre el resto del mundo. Esto ya suena apasionante, ¿verdad?

El Instituto acaba de publicar la medición de dicho índice en 2012 y su evolución desde 1990. Al final de ésta página tenéis el enlace para acceder a dicho paper, que llaman ellos. Para mí, lo más destacable es lo siguiente:

1) Los USA eran y siguen siendo, de lejos, los números unos en el IEPG, pero la base de su influencia ha variado significativamente, pasando del predominio de las presencias económica y militar a un mayor peso de la presencia blanda, que ahora supone el 46% del índice frente al 39% de hace 23 años. El desarrollo de internet desde mediados de los 90 y el dominio que en este campo ejercen las corporaciones norteamericanas (so far) tendrá que ver mucho con todo esto.

2) China ha ascendido vertiginosamente del 12º al 4º puesto, y lo ha hecho, of course, a lomos de su presencia económica, que ahora es el 66% del índice, frente al 33% de 1990, en lógica correlación con la evolucón de su PIB. Pero fijaos; solo sube al 4º, no al 2º. Todavía tiene por delante a Alemania y al Reino Unido, en lo que a influencia internacional se refiere.

3) Nosotros, Spain, hemos perdido un puesto, del 10º al 11º, pero hemos tenido un fuerte crecimiento de la presencia económica, que pasa de explicar el 27% de nuestra influencia al 47% de hoy, cuando en 1990 la presencia blanda era absolutamente predominante. La transformación económica de finales de los 90, con las grandes privatizaciones de entonces y el salto de la banca al extranjero, explicarían este cambio.

4) Rusia (entonces URSS) ha caído del 2º al 6º puesto. Lógicamente, la caída del comunismo redujo a mínimos su presencia militar, pilar de aquella influencia con el 75% del ínidce, que ha caído al 12% y ha sido superada ampliamente por la presencia económica, que hoy supone el 54% y por la blanda, en el 34%.

Concluyendo, en lo que a España se refiere: no parece que lo hayamos hecho muy mal económicamente estos últimos 23 años (a pesar de la que está cayendo). Descartando la presencia militar por razones obvias, tenemos que impulsar nuestra presencia blanda para aumentar nuestra influencia en el mundo. Y para ello contamos con una herramienta de primer nivel; el idioma español. Nuestro idioma debería ser el principal pilar de nuestra política exterior. Su importante presencia en el mundo (Cumbres Iberoamericanas)su progresiva e imparable introducción en Estados Unidos y nuestra papel de enlace entre la UE y las emergentes economías Latinoamericanas, son las palancas que el Ministerio del Exterior tiene a su disposición para darle un empujón a la tan necesitada Marca España. Y seguir ganando campeonatos del mundo de lo que sea, algo a lo que nos estamos acostumbrando y que, además de chulo, parece ser muy importante.


Sí que parece útil este IEPG, ¿no?


Índice Elcano de Presencia Global